La historia que viste la mesa de Thanksgiving
Cuenta la historia que la primera celebración del Día de Acción de Gracias fue en 1621, más precisamente en el estado de Massachusetts.
Los colonos ingleses habían llegado y estaban cortos de alimentos y por consiguiente, de cosechas. Más de la mitad de los inmigrantes fallecieron durante ese invierno.
Fue así como durante la primavera, los indígenas de la región decidieron enseñarle a los colonos a sembrar sus propias cosechas de maíz y calabaza además de instruirlos en el arte de la caza y la pesca; Incluso, les enseñaron a domesticar varias especies entre ellas el pavo o guajolote.
Gracias a las explicaciones de los locales, los colonos ingleses obtuvieron excelentes cosechas el siguiente año. En agradecimiento, más de carácter social que religioso, invitaron a los nativos a disfrutar de un banquete, que con el paso de los años se convirtió en un hábito que se extendió a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos.
Sin embargo, de acuerdo con un documental publicado en The History Channel, no solo se trató de un banquete, que a propósito no fue tan planeado como se dice.
Fueron tres días de festejos en los cuales incluso cazaron venados, derribando la idea de que cenaron pavo. Otros de los acompañantes de la primera cena, según documentos históricos, fueron maíz, una especie de gallinazo llamado Fowl y cebada. Contrario a lo que se piensa, tampoco estuvo presente el pie de calabaza y los arándanos se consumían frescos, no en jalea.
Ya en 1789 el presidente George Washington anunció el primer Thanksgiving como día de celebración. De la misma manera, en 1863 el presidente Abraham Lincoln instauró su celebración el último jueves de cada noviembre, convirtiéndolo en un feriado nacional. En el caso de Canadá, esta fecha se celebra durante el segundo lunes de Octubre.
No obstante, su celebración se convirtió e tradición anual hasta el siglo XIX cuando la escritora Sara Josepha Hale recreó la primera cena de Día de Acción de Gracias después de leer The Diary of a Pilgrim.
Por otra parte, el chef e historiador Rodrigo Llanes miembro de la Academia Mexicana de Historia, dice que “los españoles trajeron sus celebraciones de todos los santos que curiosamente, coincidieron aquí en México con ciertas celebraciones que teníamos alrededor de la muerte”.
También nos recuerda que la idea de los españoles era venir al Nuevo Mundo a evangelizar a otras culturas, ya que esa era la condición primordial que tanto el Papa como la Iglesia imponían, dándoles permiso para colonizar todo el territorio latinoamericano. En contraparte, tanto ingleses como franceses decidieron tener una relación práctica con los indígena, que trascendió todo aspecto religioso.
Los platillos que visten la mesa de esta celebración varían un poco en cuanto a los ingredientes que se utilizan, debido a que no en todos lados se cosechan los mismos alimentos, ya sea por cuestión del clima o por algún otro factor que dificulte la cosecha.
En los Estados Unidos el platillo típico es el pavo relleno de pan de maíz y salvia, aderezado con un poco de jalea de arándano. El postre generalmente es el pay de calabaza o pastel de calabaza; Los franceses por su parte, lo comen relleno con castañas y cubierto de trufas, o también con una salsa de pate. De postre ofrecen pastel de frutas deshidratadas.
El vino es la bebida tradicional para acompañar esta celebración. Sin embargo no siempre fue así. Rodrigo nos cuenta que al principio no fue fácil cultivar vino en los Estados Unidos y en Canadá, ya que se necesitaba preparar el suelo y cultivar las vides. Sin embargo, había manzanas naturales propias de esa zona boscosa, por lo cual, la tradición fue acompañar esta emblemática cena con sidra de manzana, incluso, muchas personas continúan haciéndolo.
Para finalizar, te dejamos con todas las recetas para que celebres Thanksgiving hispano como te mereces.