Yo ironman: 24 horas con una mujer de hierro
El despertador suena. Son las 4 de la mañana con 20 minutos. Úrsula sale de las cobijas y se pone el traje de baño, sí, casi sin abrir los ojos. Segundos después se come medio plátano, se lava los dientes y toma su mochila. Tiene que estar dentro de la universidad en la que nada antes de las 5 am para luchar con el agua sin descanso durante hora y media. Después, se bate con el tráfico de Polanco para ir a su trabajo como administradora en una empresa de ingeniería en sistemas, y, al final de una larga jornada laboral, asiste a la pista El Sope a correr nada menos que 15 kilómetros. Sus fines de semana no son muy distintos: aunque se ahorra las horas de trabajo, el volumen de entrenamiento aumenta.
El inicio, qué debo hacer para empezar?
Hay quien asegura que los triatletas tienen un perfil definido: son perseverantes, ambiciosos disciplinados y tienen un deseo inagotable de saber hasta dónde pueden llegar, de llevar su cuerpo al extremo. Úrsula encaja con dicho esquema. Yo tengo asma y soy maratonista. Me di cuenta de que aguantaba bien al correr y me dio ansiedad por poner a prueba mi cuerpo. Así se me ocurrió hacer un Ironman, explica la triatleta. El comienzo no fue sencillo. Úrsula tuvo que hacer una investigación entre personas que ya habían hecho esta prueba para valorar el tiempo de entrenamiento, e con la preparación como de la prueba, el hospedaje y el viaje) y las posibilidades reales que tenía de lograrlo. En dicha búsqueda encontró a su entrenador, quien le prometió un plan de trabajo capaz de prepararla para la prueba que también le dejara espacio suficiente para convivir con su esposo, su familia y sus amigos. Así mismo, tuvo que invertir en las mensualidades de una alberca que le permitiera entrenar diario y en una bicicleta de ruta que, en total, le costó alrededor de 17 mil pesos.
Proceso y sacrificios
Úrsula entrena alrededor de 21 horas semanales. Mientras más se acerca la competencia, más se eleva el volumen de entrenamiento. Por supuesto, con esto también han llegado grandes sacrificios. Me he perdido muchos eventos sociales y cosas en las que me habría gustado participar pero el Ironman no es un juego, si no te entrenas puedes incluso morir en el intento, explica. Y de eso no cabe la menor duda cuando se conoce la ardua tarea que los atletas llevarán a cabo en esta prueba: el Ironman consiste en nadar 3.86 km, recorrer 180 km en bicicleta y correr un maratón (42 km), todo esto sin descanso. Durante el entrenamiento debe variar las rutinas de natación, ciclismo y pedestrismo con diversas intensidades durante toda la semana. Para tener energía para realizar tanto ejercicio, come alrededor de 2,500 calorías (o hasta 3 mil) diariamente. Los triatletas debemos comer de manera abundante pero también tenemos que cuidar el tipo de alimentos que consumimos. Una dieta con base en proteínas, frutas, vegetales y carbohidratos, como los cereales y las pastas, es indispensable para nosotros, señala.
El gran sueño
Aunque no es una novata (Úrsula ha realizado cuatro maratones, alrededor de 35 medios maratones, decenas de carreras y dos triatlones), esta triatleta se ha entrenado durante más de un año para hacer el Ironman de Cozumel este mes. Su único temor es toparse con la pared: Así se le llama a la baja de insulina que produce enojo e impotencia. Esta puede dominar tu mente y hacerte abandonar la carrera. En los maratones se presenta más o menos en el kilómetro 38, asegura. Después de más de un año de despertar poco después de las 4 am, de sacrificar fiestas, hábitos y tiempo de descanso, Úrsula está lista. Su sueño: terminar esta competencia y convertirse en una chica de hierro.