Hacia una buena nutrición
Si tu hijo se niega a comer algo, evita obligarlo e intenta después. Por supuesto, esa vieja y caduca costumbre de no te paras de la mesa hasta comerte todo, no hace más que fomentar el hábito de comer sin hambre.
Limita la ingesta de productos poco saludables, como golosinas industriales, papas fritas, caramelos y panes azucarados.
Mantente firme con tus decisiones: si estableces que solo beberá jugo por las mañanas, asegúrate de que así sea.
Sustituye los lácteos enteros por los bajos en grasa.
Permite que tu hijo se adapte a la rutina alimentaria del resto de la familia y no al revés; nada de preparaciones especiales.
Preséntale nuevos ingredientes en porciones regulares o pequeñas para que se familiarice con ellos a su propio ritmo. Si apenas empieza a probar ciertos alimentos, recuerda que deberá disfrutarlos al menos 12 veces antes de aceptarlos en su alimentación habitual.
La edad preescolar se caracteriza por el establecimiento de las primeras rutinas estudiantiles; en ella, el desayuno se adelanta y la hora de la comida principal se atrasa. Sin embargo, procura la primera comida del día, pues estudios han demostrado que aquellos que no la hacen tienen mayor dificultad para concentrarse. Tu hijo empezará a imitar a quienes lo rodean y es un buen momento para introducir los modales en la mesa.