¿Qué tan sana es tu conexión con la comida?
1. ¿No tienes el control? ¡Suéltalo!
Cuando se tiene una relación tormentosa con la comida, sucede lo mismo que con otros vínculos enfermizos: nuestro deseo de controlar generalmente termina en una pérdida absoluta del control que nos lleva a llenarnos de culpa y, finalmente, a deprimirnos. Si, por ejemplo, tus intentos de dieta siempre terminan en atracones ahí tienes una señal de que algo anda mal. ¿Estás luchando con algo más fuerte que tú? Es probable que tu ansiedad, miedos o estrés sean el verdadero motivo de tus deseos de comer. Pregúntate qué tan real es el hambre o el antojo que experimentas.
2. Haz un ritual de cada momento en la cocina
Una manera perfecta de terminar con los atracones en los que consumes muchos alimentos que no necesitas (además con culpa y sin disfrutarlo) es haciéndote consciente de cada momento que vives cerca de la comida. Cuando vayas a comer o cocinar, saca de tu mente que lo haces por requisito: disfruta el momento, pon música alegre mientras desinfectas tus vegetales, llena tus pupilas de los colores preciosos de cada ingrediente. No lo olvides: ¡comer es un placer!
3. No etiquetes a los alimentos
Uno de los principales vicios que tenemos cuando vivimos a dieta es que comenzamos a satanizar a los alimentos: un chocolate, por ejemplo, se convierte en uno de nuestros peores enemigos; el que podría ser un exquisito postre se transforma repentinamente en un “alimento malo” que hay que evitar a toda costa. No existen alimentos buenos o malos: todos le ofrecen algo a nuestro cuerpo que éste aprovechará. En vez de obsesionarte con la comida, trata de vigilar tus hábitos y tus sentimientos relacionados con ella para que descubras por qué comes algo en exceso, o incluso, sin tener deseo de hacerlo.
4. Disfruta lo que comes
Para aprender a dejar la culpa a un lado es indispensable que analices si realmente tienes deseos de comer algo o buscas algún beneficio emocional al hacerlo. No tiene absolutamente nada de malo que comas algo que se te antoja, siempre y cuando tu deseo provenga de un antojo real y no termine en atracón. Obligarte diariamente a consumir cosas que no se te antojan o que no disfrutas probablemente te ayudará a bajar de peso, pero ¿por cuánto tiempo soportarás la tortura? Sé consciente de lo que deseas, trata de disfrutar todo lo que comes y date gustos sin excederte. ¡La vida es muy corta para pasarla sufriendo!
5. Reinventa tu menú todos los días
Si eres de las personas que suele estar a dieta, sin duda, has llegado al punto en el que repites los platillos que eliges comer hasta que tu menú semanal se vuelve aburrido y predecible. Nada peor para caer en el hartazgo y para comenzar el camino infinito de hacer la dieta-romperla-darte un atracón y así sucesivamente. Todos los días piensa en alimentos nuevos a los que jamás les has dado la oportunidad. Disfruta la variedad.
6. Dale prioridad a tus sentimientos
Haz une ejercicio rápido: antes de comer algo pregúntate: ¿esto que voy a consumir me hará sentir bien hoy? ¿Al rato? ¿Mañana? Si tu respuesta es afirmativa en los tres casos, entonces hazlo. Si no es así debes analizar por qué deseas tanto comer algo que te hará sentir bien momentáneamente pero que puede disminuir tu sensación de seguridad y estima.
7. Siempre préstale atención a lo que comes
Cuando comes, ¿lo haces viendo el teléfono o cualquier otra actividad? Existen estudios que comprueban que si consumes alimentos mientras ves la televisión, por ejemplo, tiendes a comer más. Es lógico. Mientras más atención le prestes al ritual de la alimentación y al placer que provoca, más fácil será que disfrutes de la comida y te sientas satisfecha.