Es buena, pero no en grandes cantidades
Nuestro cuerpo tiene mecanismos para mantener un balance de agua. Esto lo logra equilibrando el líquido que ingerimos con el que perdemos, a través del sudor, la orina y los excrementos. Al presentarse un fallo en alguno de estos mecanismos, el balance de pierde, poniendo en peligro nuestras funciones vitales.
Es cierto: somos conscientes de la importancia de de tomar agua diariamente; este líquido nos aporta la hidratación necesaria para eliminar toxinas, mejorar nuestra memoria, concentración y nos evita dolores de cabeza, entre otras cosas.
Sin embargo, también hemos escuchado que lo ideal es tomar dos litros de agua por día; ten en cuenta que esta cifra no es igual para todos, ya que no tenemos las mismas necesidades, pesamos igual, ni tenemos la misma edad. Cuidado: si consumes más de lo que tu cuerpo necesita, puede haber efectos secundarios perjudiciales como
hiperhidratación (cuando los ingresos de agua superan las pérdidas), hiponatremia o poca concentración de sodio en la sangre, calambres, náuseas, pérdida de agilidad mental y somnolencia.
Las personas obsesionadas por beber agua son conocidos como “agualcólicos” y tienen un problema de adicción al agua potable; creen que entre más y más agua beban mejor va a lucir su piel, van a adelgazar o a tener más energía, lo cual sí es verdad siempre y cuando la bebas en porciones adecuadas.
De acuerdo con el profesor Mark Whiteley, cirujano vascular y fundador de la Clínica Whiteley en Londres,“es muy posible que beber más agua de la que debemos durante un período prolongado de tiempo haga que se restablezca la química del cerebro de tal forma que éste espere una cantidad excesiva de agua”, refiriéndose a una adicción.
Para finalizar, te compartimos 2 recetas ricas en alimentos que contienen un gran porcentaje de agua: pepino y rábano.